Para empezar con este trabajo (como siempre hacemos) nos reunimos con Ramón, el gerente de la empresa. Nos contó que su nuevo local se va a basar en dar de comer a la gente con una calidad óptima, productos de una materia prima exquisita elaborados por un excelente cocinero con una gran experiencia, en un entorno cuidado al detalle con sencillez y elegancia, todo aliñado por un toque vintage.
El mote de “La Chata” es cómo se conocía a la abuela de Ramón. Una mujer tradicional, de pueblo, muy, muy trabajadora.
Nos encantó la historia que nos contó, de cómo La Chata iba todos los días desde su pueblo, San Martín de Laspra, hasta Naveces en madreñas, con 25 litros de leche en cada mano y una bolsada de berzas en la cabeza. Y es que sus berzas y más cosas de su huerta, es lo que se comía en los restaurantes más exitosos de la zona.
Impresionados por este hecho, que era muy común en la vida de antes, quisimos construir un logotipo basado en la sencillez y elegancia de las cosas de antes, de la tradición.
Por todo esto proponemos una tipografía geométrica y rotunda, que pisa muy bien sobre cualquier soporte, acompañada de un símbolo donde podemos ver la lechera y las madreñas con las que La Chata hacía todos los días su viaje. Mezclando estos elementos queremos conseguir una fusión de tradición asturiana, con la sencillez y limpieza que caracteriza a las cosas modernas, como la fusión que podemos disfrutar con su cocina.
Para el diseño web nos centramos en las imágenes con la idea de mostrar el local y la sensación acogedora que nos trasmitía. Creamos una galería de imágenes para captar los diferentes ambientes y la elegante decoración del restaurante. Añadimos una página dedicada a Javier Fernandez, el jefe cocina de La Chata. En ella añadimos contenido sobre su forma de entender la cocina y mostramos una galería de imágenes. Incluimos la carta y una sección de menús que actualizamos periódicamente.
